Abuela

Sus manos se deslizaban por la encimera de la cocina de forma delicada y segura, preparaba cada uno de los platos con un cariño especial. Ella era una agradable anciana de setenta y un años y apenas contaba con la ayuda de su nieto de diez para preparar la cena de Nochebuena que posteriormente sería devorada por una docena de almas adultas impregnadas del mágico espíritu de la Navidad.
El niño atendía cada uno de los movimientos de su abuela con entusiasmo, dispuesto a ayudarla cuándo ella se lo pidiese.
Despues de veinte años, el olor que emanaba de la cocina de aquella casa aún es recordado por el olfato del nieto de aquella agradable anciana.
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Javier Romero Piqueras
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