In extremis

El tintineo continuo de las luces led que libaban la noche con esmero sirvió, en cierto modo, para que no me acomplejara ante la evocación de mi pasado. De alguna forma el juego lo había elegido yo, y las leyes sobre el tablero también: fui yo quien decidió regresar a casa por Navidad.

En esa situación, al investigarme por dentro podía, perfectamente, comprobar que el azar había intervenido poco. Quizá nada. La cuenta atrás podía significar algo solo en relación a la meta que me había planteado alcanzar. En algunos momentos me quedaba tan solo la conciencia in extremis de que, ante esos casos, siempre existe el paso seguro -¿feliz?- mediante el suicidio. Pero ni tenía fiabilidad lo de “paso seguro -¿feliz?”, ni dejaba de estar todo interpelado por mi enorme apego hacia lo vivo.

Ante la llegada de la muerte, la intervención mía se limitó a no pensar.

Gabino Gañanes

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