La baldosa

Noté como el calor de su mano calentando la mía, desapareció y enfrió todo mi remendado cuerpo.
La maldición de mi mundo impidió que cogiera su mano de nuevo.
Todo pasó en un eterno segundo, la mano, el frío y la dureza de una sucia y vieja baldosa.
Al segundo siguiente me inundó la melancolía de lo que jamás volvería a sentir.
Un capricho de mi memoria, me llevó al día de Navidad en que la conocí y a su alegría contagiosa mientras nos descubríamos entre regalos.
– Mamaaaaaaaaaaa esperaaa!! Se me ha caído mi osito amoroso – Oí su voz.
Retrocedió un paso, me cogió y me abrazó con tanta fuerza que calentó mi mano y todo mi cuerpo de lana. Miré al frío suelo y sonreí sin sonreír, igual que ayer cuando nos conocimos…

Osito de peluche 26 de diciembre 2016.

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Joaquim

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