La cajita de metal

Ella le superaba por dos años la edad, pero eso no era impedimento para jugar y tramar algunas travesuras. Era el último día de clase, estaban deseosos de llegar a casa y esconder por unos días sus mochilas, en cuanto salieron, él la buscó con la mirada, nervioso, y ella se acercó a él también con cierta prisa, caminaron juntos hasta su casa, ese día el camino parecía más largo que otras veces, no pararon de hablar sobre lo que harían al llegar. Una vez en casa, besaron a su madre colgándose del cuello, sonriendo, ella les abrazaba con toda la ternura que solo una madre puede dar. Corrieron a su cuarto y sacaron una cajita de metal, en ella había un papel en el que rezaba: Papá, te esperamos, no tardes en volver. Y se aseguraron de que su madre no les viera esconderla debajo del árbol de Navidad.
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Libélula
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