La Navidad me sabe…

Arremolinada la nieve averió su trayectoria volteándola hacia un portal donde se estabilizó y recuperó el equilibrio. Efluvios de sutiles olores a horneado corrían pasillo afuera, embriagando a toda persona que se acercaba al despacho de pan. Pero en ese momento la mariposa no encontró a nadie en la antesala, y a salvo del frío exterior, aterrizó en volandas sobre la sala que el fuego del horno teñía en anaranjados matices. Todo un campo de llandas impregnadas de un aceitoso brillante, componían un expositor de figurillas de fantasía recién sacadas por la pala panadera, que las alcanzaba del fondo incandescente, rescatándolas de ese humeante hueco donde se doraban con el ardiente fuego crepitante de los envejecidos troncos.
Y con su espiritrompa desplegada no pudo más que adelantarse a la Navidad, anhelada por todos, succionando azúcares, mieles, cabellos de ángel, canelas, yemas…que impregnaban amasados manjares de harinas y almendras.

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Joaquín González Caballero

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