Era un frío y lluvioso otoño en la ciudad de Mostar (Bosnia–Herzegovina). Alessia Kesinovic fue condenada a ser recluida en el hospital psiquiátrico de Sarajevo por una agresión que cometió en defensa propia. Allí conoció a una interna llamada Mirsada; una más de las miles de personas que sufrieron heridas en la cruel guerra que azotó a la antigua Yugoslavia, a principios de los noventa. Una mañana, mientras paseaban juntas por el jardín, Mirsada le contó que vivió una intensa historia de amor con un casco azul español que estaba destinado en Bosnia, junto al resto de la Agrupación Málaga, con el mandato de la ONU de ayudar humanitariamente a la población. Al escuchar la historia que le contó aquella mujer, sintió un repentino impulso por descubrir lo que ocurrió, los secretos ocultos que escondía su mente perturbada y los motivos que la llevaron a estar hospitalizada en un lugar como ese. Mientras conversaba con la enigmática Mirsada, una fuerza poderosa la empujó a ayudarla hasta el punto de convertirlo en una cuestión personal.