Urgencia humanitaria
Con once años, identifico los distintos obuses según silban cayendo en el azar tenebroso del destino. No sé cuantos meses, o años que llevamos escondidos en el sótano cubierto de cascotes que un día fue nuestro hogar. Khaled con seis años no recuerda otra cosa, tampoco recuerda a nuestros padres, ni sus cuerpos destrozados entre los escombros, ojalá yo tampoco! Que falsa, efímera e infantil era mi vida.
Con el alba silenciosa después del tableteo de los kalashnikov, salgo como siempre ha buscar algo que echarnos a la boca. Pero hoy el Sol es diferente en Alepo. Hoy hay una fila infinita de autobuses esperando. Veloces vamos hasta allí, ya en su interior con el miedo perdido, Khaled me sonreía apretando nervioso mi mano.
Cómodamente sentados en los mullidos asientos, largas las horas pasan, mientras pausados los dirigentes internacionales analizan si el plan de evacuación podrá ser antes de Navidad.
Con el alba silenciosa después del tableteo de los kalashnikov, salgo como siempre ha buscar algo que echarnos a la boca. Pero hoy el Sol es diferente en Alepo. Hoy hay una fila infinita de autobuses esperando. Veloces vamos hasta allí, ya en su interior con el miedo perdido, Khaled me sonreía apretando nervioso mi mano.
Cómodamente sentados en los mullidos asientos, largas las horas pasan, mientras pausados los dirigentes internacionales analizan si el plan de evacuación podrá ser antes de Navidad.
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Jordi Rosiñol Lorenzo
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